5 HORAS: CAPITALISMO, URBANISMO, REALISMO

SALA 205

La primavera de 1992 —cuando el estadista del Partido Comunista Deng Xiaoping realizó su “gira por el sur” para promover un nuevo capítulo de liberalización económica— pudo ser un punto de inflexión incluso más importante para China que 1989. A partir de ese momento, el camino hacia delante se alejó de los preceptos socialistas, tomando como dirección el capitalismo de libre mercado y el neoliberalismo. Los primeros sueños de transición democrática sucumbieron a una nueva clase de autoritarismo. La urbanización y la globalización se desarrollaron a una escala y velocidad sin precedentes.

El impulso clave que acompañó a esta transición en el ámbito artístico fue la reaparición del “realismo”. Los primeros movimientos se originaron en Pekín, con un grupo de pintores figurativos de la Academia Central de Bellas Artes que empezaron a utilizar las técnicas del Realismo Socialista para revelar las existencias anodinas que llevaban los individuos en medio de la enorme transformación social. Al igual que sus contemporáneos de la antigua Unión Soviética y del Bloque del Este, estos artistas utilizaron su formación académica para reflejar las desgraciadas e insatisfechas vidas de quienes se hallaban en los márgenes de una nueva sociedad.

La velocidad y escala de la transformación urbanística del Delta del Río de las Perlas fue la más desmesurada. Su carácter caótico atrajo al arquitecto y teórico holandés Rem Koohaas, quien, en su pionera investigación en torno a esta región, escribió: “Una vorágine de modernización está destruyendo por doquier las condiciones existentes y creando por todas partes una sustancia urbana completamente nueva”. Este urbanismo, que a Koolhaas le pareció que se distinguía por su “falta de doctrinas plausibles y universales” y por una “producción de una intensidad sin precedentes”, inspiró al Grupo de Trabajo Elefante de Gran Cola, cuyos artistas emplearon el arte para implicarse e intervenir en el rápido desarrollo de su entorno.

Los artistas que trabajaban en ciudades de toda China contemplaban una nueva realidad, que se convirtió tanto en su fuente de inspiración como en el medio para realizar una clase de arte social diferente, que se sirvió de las difíciles circunstancias de la vida cotidiana para reflexionar sobre la vertiginosa transformación económica.