EL ENCUENTRO CON EL CUBISMO EN PARÍS

SALA 205

En 1922 Giacometti se traslada a París para estudiar en la Académie de la Grande Chaumière con el escultor Antoine Bourdelle. Pronto descubre las obras poscubistas de Jacques Lipchitz, Henri Laurens, Constantin Brancusi o Pablo Picasso, y ello le llevará a abandonar su formación clásica y a adoptar el vocabulario formal del Neocubismo con un estilo muy personal, centrado en la figura humana.

La estatuaria clásica griega de las Cícladas que Giacometti contempla en el Louvre le impulsa a explorar la relación entre la escultura y el plano. También acude a menudo al Museo Etnográfico y lee con asiduidad revistas de la vanguardia, como Cahiers d’art y Documents, que reflejan el gusto de la época por el arte no occidental.

En 1927 estas influencias se sintetizan en Mujer cuchara (1927). Creada en yeso y posteriormente fundida en bronce, Mujer cuchara es la pieza más monumental y totémica de este período. En ella Giacometti interpreta la geometría característica del Cubismo, las formas estilizadas del arte africano y la simplicidad formal de la modernidad europea. Con un gran abdomen cóncavo que evoca el útero femenino, la escultura se inspira en las cucharas ceremoniales antropomorfas de la cultura dan africana y es un homenaje a la fertilidad.

Las esculturas de Giacometti se hacen cada vez más complejas y abstractas hasta culminar en unas formas aplanadas, carentes de volumen, cuyas pulidas superficies aparecen levemente grabadas o esculpidas. Esto se aprecia en Cabeza que mira (1929), pieza plana de yeso que presenta una sutil cavidad, casi imperceptible, que evoca un ojo. Estas obras se exponen en París en 1929 y despiertan el interés de prestigiosos artistas e intelectuales, como Georges Bataille, André Breton o Salvador Dalí.