PICASSO Y THANNHAUSER

Pablo Picasso salió de su España natal con destino a París, que se había convertido en el epicentro internacional del arte, con motivo de la Exposición Universal de 1900. Le Moulin de la Galette (1900), el cuadro más importante que realizó durante esa estancia de dos meses en la capital francesa, refleja la fascinación del joven artista por la lujuriante decadencia, la vulgaridad y el glamour de la vida nocturna parisina. El estilo más naturalista de Picasso evolucionó rápidamente, se transmutó en su melancólico período azul y, posteriormente, en su período rosa, antes de que el artista se convirtiera, junto con Georges Braque, en pionero del Cubismo.

Este movimiento, con sus formas fragmentadas en facetas y sus espacios aplanados, surge hacia 1907 y se considera uno de los desarrollos estéticos más innovadores e influyentes del siglo XX. A continuación, Picasso experimentó con el neoclasicismo, y en su obra del período de entreguerras se aprecia un renovado interés por el dibujo y la figuración. Asimismo, se implicó hasta cierto punto con el Surrealismo, cuyos seguidores trataban de dar forma a temas relacionados con los deseos reprimidos, las imágenes de los sueños y la mente inconsciente.

El coleccionista y marchante Justin K. Thannhauser mantuvo una estrecha relación personal con Picasso, forjada en los primeros años de sus respectivas carreras, concretamente hacia 1913, cuando la galería que los Thannhauser tenían en Múnich organizó una de las primeras grandes exposiciones del artista en Alemania. Más de treinta obras de Picasso que abarcan 65 años de su producción ingresaron en la Colección Guggenheim en 1978 y en 1991, gracias a las sucesivas donaciones de Justin y Hilde Thannhauser.