In , 1962
SALA 205
La década de los sesenta fue una de las más tumultuosas del siglo XX en lo cultural y lo político. EE. UU. se había convertido en una sociedad industrializada preparada para la llegada de la era de las tecnologías de la información. El notable crecimiento económico que surge tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría de los años cincuenta trajo consigo una cultura de consumo de renovado vigor. Algunos artistas que irrumpieron en los primeros años de la década de los sesenta en la escena artística y, especialmente, en Nueva York y Los Ángeles, respondían a este nuevo período comercial. A menudo se considera el Arte Pop como un fenómeno esencialmente norteamericano; sin embargo, fueron artistas y teóricos británicos los primeros en debatir y formular los principios fundamentales del Pop a finales de los cincuenta. El término pop, que se aplicó también a la música y a la moda, abarcaba todo un modo de vida entre los jóvenes de los sesenta y llegó a convertirse en un importante fenómeno sociológico que alteraría completamente el curso del siglo.
En el Arte Pop la épica es sustituida por lo cotidiano, y a lo producido en masa se le otorga la misma importancia que al objeto único; así, se reduce de forma eficaz la distancia entre el “arte elevado” y el “arte popular”. Ilustraciones frías, distantes y mecánicas de objetos corrientes —que con frecuencia son apropiaciones procedentes de anuncios y vallas publicitarias, de cómics, de la prensa rosa, del cine, de la televisión, de las tiras cómicas o de los envases de productos de consumo— pueblan las obras de artistas como Roy Lichtenstein, James Rosenquist y Andy Warhol. Sus imágenes, presentadas (y a veces transformadas) con humor, ingenio e ironía, pueden interpretarse como una celebración de la cultura popular, pero también como una crítica.