LA FUERZA DE UN RETRATO
“Por supuesto, uno introduce cosas tales como oídos y ojos. Sin embargo, le gustaría introducirlos del modo más irracional posible, y la única razón de esta irracionalidad es que, si aflora, trae la fuerza de la imagen con mucha mayor intensidad que si uno sencillamente se sienta y representa la apariencia…”
Francis Bacon*
En 1951, Bacon realizó su primer retrato de un personaje conocido, el del pintor británico Lucian Freud, a quien representó de pie, apoyado, en un umbral. Durante años retrató a amigos y a personas a las que admiraba, como el propio Freud, Michel Leiris, Henrietta Moraes, Jacques Dupin, George Dyer, John Edwards o Reinhard Hassert y Eddy Batache, entre otros muchos. Solo algunos de sus retratos fueron encargos. Bacon casi siempre elegía a los sujetos de sus cuadros, a los que pintaba basándose principalmente en fotografías que ellos le enviaban.
En numerosas ocasiones, estos cuadros tienen un fondo azulado, que podría corresponderse con el color de su estudio, donde se tomaron algunas de esas fotografías; otras veces, el fondo es negro y evoca el arte de los grandes maestros españoles, mientras que otras obras presentan tonos distintos, como el naranja cadmio, destinado a creaciones de mayor formato. Bacon no solo intenta reflejar la apariencia física de los retratados; también pretende transmitir la relación que él mismo mantiene con ellos, y cómo este vínculo le ha afectado; no se trata de retratos psicológicos, sino de una representación de las relaciones humanas.
En sus pinturas, Bacon deforma a las personas con la intención de hacerlas más reales que si las representara de manera más naturalista. De los dos retratos que hizo de Leiris, Bacon considera como el más realista el que se halla más alejado de la literalidad. En los años setenta, y aduciendo una falta de modelos para sus obras, comienza a realizar un gran número de autorretratos; entre 1971 y 1979 pintó un total de veintinueve, quince de ellos individuales y de pequeño formato. En esta etapa, Bacon alcanza un gran reconocimiento internacional. En 1971 se convierte en el primer artista vivo, después de Picasso, al que el Grand Palais de París le dedica una retrospectiva y, en 1988, será el primer artista occidental al que se consagre una exposición en la extinta Unión Soviética.
* David Sylvester, The Brutality of Fact: Interviews with Francis Bacon 1962-1979, Interview 5- 110:111