La Segunda Guerra Mundial desde Río de Janeiro
“Cuando se declaró la guerra, tuvimos miedo de permanecer en Francia… Me entró pánico al imaginar que Arpad fuera detenido”. Estas palabras expresan la angustia de Vieira da Silva ante el estallido de la Segunda Guerra Mundial, intensificada por el temor a que Szenes fuera perseguido por su origen judío. En 1939, la pareja decidió abandonar París y trasladarse a Lisboa, donde confiaban en que la conversión de Szenes al catolicismo y el intento de Vieira da Silva por recuperar la nacionalidad portuguesa (que había perdido al casarse en 1930) les protegería. Como no fue posible, en junio de 1940 pusieron rumbo a Río de Janeiro. Aunque a la artista le resultó difícil adaptarse a Brasil, las pinturas que creó durante su estancia en Río de Janeiro se cuentan entre las más impactantes de todo su trabajo. A excepción de Los ahogados (1938), que anuncia la llegada de tiempos más oscuros, y de Carnaval de Río (1944), llena de la alegría y el bullicio de esa festividad local, las demás representan a la humanidad sumida en la tragedia. La reacción de la artista ante las noticias procedentes de Europa entraña su propio sufrimiento, que experimenta a pesar de la distancia geográfica. Viven, se ahogan, lloran, atacan o son atacadas: las figuras de Vieira da Silva luchan por una supervivencia que parece cada vez más inalcanzable.

