PICASSO: LA PUERTA AL ARTE

“Picasso abrió la puerta a todos esos sistemas nuevos. Yo he tratado de poner mi pie en esa puerta abierta, para que no se cerrara. Picasso pertenece a ese linaje de genios del que forman parte Rembrandt, Miguel Ángel, Van Gogh y, sobre todo, Velázquez”.

Francis Bacon*

Proveniente de una acomodada familia británica afincada en la Irlanda rural y turbulenta de principios del siglo XX, Francis Bacon se enfrenta, con diecisiete años, a la obra de Pablo Picasso en la galería Paul Rosenberg de París. Este hecho, como el propio Bacon reveló, marcó el comienzo de su dedicación al arte; así lo atestiguan algunos de sus primeros trabajos, como Composición (Figura) (1933), que hace clara referencia a la obra de los años veinte del artista malagueño, y en especial a Las casetas, serie en la que aparecen unas bañistas deformes sosteniendo una llave.

Partiendo de un desconocimiento técnico, Bacon se adentra en el mundo del arte y asimila con celeridad lo que otros creadores cercanos a él, como Roy de Maistre, podían aportarle desde el punto de vista técnico. Los escasos lienzos de esta época que han sobrevivido —la mayoría no satisficieron a Bacon, que los destruyó— atestiguan la temprana influencia del Cubismo Analítico y Sintético, y del Surrealismo biomórfico de Picasso, que desembocarían en el desarrollo por parte de Bacon de un lenguaje propio. Este vocabulario fue reconocido por primera vez en 1933, cuando el crítico Herbert Read reprodujo la Crucifixión (1933) de Bacon en un lugar privilegiado, enfrentada a Bañista (1929), de Picasso, en su publicación Art Now: An Introduction to the Theory of Modern Painting and Sculpture. Aunque Bacon recibió esta muestra de consideración en los inicios de su carrera y siendo muy joven, no gozó de la misma suerte durante los años siguientes.

* "Francis Bacon: I painten to be loved", interview by Francis Giacobetti conducted on February 1992, published in The Art Newspaper, no. 137, June 2003, pp. 28-29