En una entrevista que le hicieron en 1968, Katz describió sus pinturas de flores como una extensión de las escenas de fiestas que pintaba a menudo. Afirmó entonces que las flores son “volúmenes superpuestos”, como las figuras de sus pinturas, que se van solapando a medida que se avanza en el espacio pictórico de la pintura. Sin embargo, al elegir las flores como tema, pretendía crear una mayor sensación de movimiento en la obra sin representarlo literalmente; así, se centró en la forma de un capullo de rosa que se abre. En otro ejemplo, Rosas blancas 9 (White Roses 9, 2012), Katz ofrece una composición de volúmenes y vacíos que fluyen por toda la superficie del lienzo.Katz utiliza en su obra un lenguaje poético físico —que tiene algo de danza—, lo que permite al espectador adaptar esa estructura a su propio pensamiento y estado emocional. La luz y la forma otorgan un ritmo imprevisto a la superficie de sus pinturas de flores. Ejecutadas rápidamente y con mano segura, pintando sobre pintura que aún no ha secado, las flores oscilan entre estados de gracia y estados de incomodidad que suelen asociarse al cuerpo humano. Las rosas de Katz, con sus carnosos pétalos y sus hojas dentadas, se muestran feroces, agresivas, contrastando con la imagen habitualmente amable que ofrecen las flores.