
A principios de la década de 1980, el inconfundible lenguaje visual de Barbara Kruger amplía su alcance y trasciende el ámbito de los museos; sus mensajes comienzan a infiltrarse en la vida cotidiana, transformando los espacios públicos en lugares para la reflexión y la conversación. Si bien su trabajo se ha mostrado ampliamente en entornos museísticos e institucionales, Kruger ha seguido realizando numerosos encargos públicos que han logrado que su vocabulario plástico resuene más allá de los lugares tradicionalmente destinados a la exposición del arte contemporáneo. A través de intervenciones en vallas publicitarias, estaciones de tren, autobuses, tranvías —como el que actualmente circula por la ciudad de Bilbao— y, más recientemente, en plataformas digitales, Kruger ha hecho llegar su arte a audiencias más amplias, adaptando con frecuencia su contenido a idiomas y contextos locales para multiplicar su impacto. La práctica de Kruger parte de las estrategias propias de los medios de comunicación de masas. Tras haber iniciado su carrera en el campo del diseño de revistas y la composición editorial, Kruger desarrolló su enfoque artístico centrándose en el diseño de poderosas y directas combinaciones de imágenes y textos concebidas para captar la atención de la gente aunque fuera por un instante. Si bien el ámbito museístico invita a una contemplación centrada y pausada del arte, las obras de Kruger ubicadas en el espacio público tienen un carácter apremiante, son inesperadas, imposibles de ignorar. Sus piezas interrumpen los desplazamientos apresurados, obligándonos como transeúntes a disminuir la velocidad, prestar atención y reconsiderar las estructuras sociales en la que nos movemos a diario. Habiendo crecido en Nueva Jersey y trabajado en Nueva York —ambas, ciudades saturadas de llamativa publicidad—, Kruger asimiló las estrategias visuales de ese tipo de comunicación, que moldearían profundamente su voz artística. Al adoptar estas tácticas y formatos, Kruger subvierte la capacidad de persuasión que estos poseen, creando momentos fortuitos de disrupción en lugares en los que no esperaríamos encontrar arte. Las intervenciones públicas de Barbara Kruger a menudo se sitúan en terrenos donde confluyen personas de muy diversas procedencias, lugares cargados de significado social, cultural o simbólico donde se cruzan multiplicidad de identidades, como marchas de protesta, estaciones de tren, skateparks o campus universitarios. De este modo, Kruger pone en duda las narrativas dominantes y, al mismo tiempo, democratiza la experiencia artística. Estas intervenciones reflejan su convicción de que el arte no solo hay que contemplarlo, sino también sentirlo, cuestionarlo y compartirlo dentro del espacio colectivo.
Untitled (Your Body is a Battleground), 1990
Cartel instalado en el espacio público, Nueva York
Cortesía de la artista y Sprüth Magers
Imagen reproducida a partir del catálogo Barbara Kruger: Thinking of You, una coedición de MIT Press y The Museum of Contemporary Art, Los Ángeles, 1999.