VISIONARIAS. ADELANTADAS A SU ÉPOCA
VISIONARIAS. ADELANTADAS A SU ÉPOCA

Como parte del proyecto Didaktika, el Museo diseña espacios educativos y organiza actividades que complementan las exposiciones, proporcionando herramientas y recursos, tanto en las salas como online, para facilitar la apreciación y comprensión de las obras que se muestran.

Para entender cómo surgen las primeras obras que mostraban un lenguaje abstracto es fundamental conocer la importancia que la teosofía y la espiritualidad tuvieron en aquel momento.

Nacida en EE. UU. en 1875, la teosofía gozó de gran popularidad también en Europa. Trató de acercar la espiritualidad occidental y la oriental, así como las doctrinas religiosas y las filosofías procedentes de ambas tradiciones. Paralelamente, los descubrimientos científicos que se desarrollaron durante la década de 1890, como los rayos X, la radiactividad o el electrón, dejaban evidencia de la existencia de realidades invisibles. Es comprensible que la creencia en una correspondencia entre este mundo material y una realidad superior ganase entonces numerosos adeptos.

Teorías y prácticas de este tipo se extendieron por Europa e influyeron notablemente en algunas mujeres, cuya creación artística se vinculó a sesiones de espiritismo. En la sociedad victoriana inglesa de finales del siglo XIX, cuando las mujeres muy paulatinamente disfrutaban de mayores libertades personales en el hogar y el emergente mundo laboral, la habitación oscura donde se celebraban las sesiones ofrecía un entorno liberador. Estas artistas canalizaron mediante sus creaciones los mensajes recibidos por parte de seres superiores. Gracias a esa voz alternativa, poco a poco se empezó a prestar atención a lo que las mujeres tenían que decir.

Complementariamente a sus obras, cabe destacar los numerosos escritos que estas creadoras dejaron. La británica Georgiana Houghton relató y documentó sus experiencias en el libro Evenings at Home in Spiritual Seance, lleno de detalles sobre sus sesiones. La sueca Hilma af Klint redactó alrededor de 20.000 páginas, 126 cuadernos con anotaciones, textos de escritura automática y un diccionario explicando su lenguaje. Tanto Houghton como Af Klint expusieron sus visionarias obras ante el público, aunque no tuvieron buena recepción.

Hilma af Klint en la Royal Academy of Arts, Estocolmo 1885.  Cortesia Stiftelsen Hilma af Klints Verk.