odilon

Pegaso, ca. 1895−1900

Odilon Redon
Pegaso (Pégase), ca. 1895−1900
Pastel sobre papel
67,4 x 48,7 cm

“En cuanto a mí, considero que he creado un arte que es expresivo, sugerente, indeterminado. Un arte sugestivo es la irradiación de elementos plásticos metafísicos unidos, combinados para evocar sueños que el arte ilumina y exalta, invitando a pensar” [1]

Bertrand-Jean Redon, más conocido como Odilon Redon (Francia, 1840−1916), tomó su sobrenombre del nombre de pila de su madre, Odile. Debido a problemas de salud, pasó la infancia separado de su familia en una apartada casa de campo. La sensación de melancolía y misterio que vivió Redon en los solitarios parajes de su juventud marcó toda su obra. Esta experiencia le llevó a refugiarse en el reino de lo imaginario, y a crear un arte sugerente e inquietante. [2]

Durante unos veinticinco años Redon trabajó exclusivamente en blanco y negro, dibujando primero al carboncillo y después produciendo estampas. Sus carboncillos y litografías, caracterizadas por un llamativo juego de claroscuros, con frecuencia poseían un ambiente sombrío e incluso morboso. [3]

Redon se asoció con el Simbolismo, movimiento artístico que rechazaba la imitación de la naturaleza en el arte y prefería la subjetividad y lo místico. [4] Sus obras muestran escenas fantásticas y sugerentes. [5] Tomó su inspiración de fuentes muy diversas, como la antropología, la microbiología, las religiones orientales, la Biblia, la literatura de ficción y la mitología griega. Sus obras poseen un significado espiritual universal y pretenden iluminar un mundo abrumado por el choque entre creencias religiosas y teorías científicas. [6]

Al contrario que sus contemporáneos neoimpresionistas, cuyas resplandecientes interpretaciones de la ciudad y las afueras o el campo representaban lugares de utópica armonía, Redon y la mayor parte de los simbolistas reaccionaron con más crudeza ante los males de la vida moderna. Desconfiaban de los grandes logros científicos y pragmáticos que, según se proclamaba, habrían mejorado la sociedad, pues no habían conseguido aliviar los problemas sociales ni la pobreza, la superpoblación urbana o la contaminación industrial; y dirigieron su mirada hacia unas concepciones alternativas de la espiritualidad, la religión tradicional, temas sobrenaturales e introspectivos.

A principios de la década de 1890, tras una crisis religiosa y una enfermedad grave, se aplacó la infelicidad que había dominado la vida de Redon hasta entonces, y el artista comenzó a experimentar un estado más positivo, que se reflejó en los colores radiantes y las imágenes más optimistas que comenzaron a presidir su obra. [7] En 1899 participó en una gran exposición de simbolistas organizada por la famosa Galería Durand-Ruel; tras el éxito cosechado, comenzó a exponer su obra con mayor frecuencia. [8] Esta popularidad era nueva para él. No obstante, siguió siendo más conocido entre los propios artistas que entre los críticos, y su público siguió siendo reducido.

Durante el resto de su carrera, Redon utilizó pasteles y pinturas al óleo para crear imágenes coloridas, prácticamente prescindiendo del carboncillo y de las oscuras estampas. Su obra al pastel, material que volvió a ponerse de moda a finales de siglo, le permitió mantener algunos de los efectos gráficos de sus experiencias litográficas sin dejar por ello de probar colores vivos.

Además, sus temas sufrieron una transformación. Sus pesadillas y monstruos se fueron convirtiendo en diosas mitológicas, seres mágicos y motivos florales, para lo cual Redon empleó perfiles desdibujados y luminosas áreas de color. El artista se decantó por temas espirituales que evocaban idealizadas visiones, a la vez líricas y místicas.

El caballo alado de la mitología griega es un motivo recurrente en la obra de Redon. El inmortal Pegaso era hijo de Poseidón, el dios griego del mar. Nació cuando el héroe Perseo decapitó a la gorgona Medusa, de la sangre de esta mujer monstruosa con la cabeza cubierta de serpientes que petrificaban a todo aquel que la mirase. Pegaso representa la inspiración artística y la pureza, que atraían a Redon en su búsqueda de una creatividad ilimitada.

Preguntas

Describe la obra con todo el detalle que puedas, explicando tus observaciones sobre el tema y sobre la técnica. ¿Dónde piensas que está Pegaso? ¿Qué está ocurriendo? Imagina qué podría suceder a continuación, como si pudieras adivinarlo.

Haz un dibujo de este cuadro, y comenta con un compañero tus ideas sobre las líneas y formas que ha empleado el artista. Reflexiona sobre la manera en que Redon crea el efecto de profundidad. ¿Qué parte de la escena parece estar más cerca del observador? ¿Cuál está más lejos? ¿Crees que la técnica que utilizó es más similar al dibujo, o a la pintura? Razona tu respuesta.

Hasta que tuvo cincuenta años, las imágenes de Redon eran oscuras y fantasmagóricas, pero, después de haber atravesado una crisis personal y de haber celebrado una exposición con éxito, su estado de ánimo mejoró mucho y pasó a expresarse con colores radiantes. Investiga algunas obras anteriores de Redon y compáralas con su Pegaso. ¿Qué diferencias y similitudes encuentras, si las hay? ¿Qué emociones te suscitan los colores utilizados en este cuadro? ¿Cómo ha conseguido ese efecto el artista?