Sala 205
A partir de la segunda mitad del siglo XX, artistas de todas las latitudes han intuido y encarnado las mutaciones que el cambio climático impone a la cultura global. Ciertas figuras, emisarias tempranas de esta situación apremiante, nos transmiten con fuerza casi profética su conciencia de este desequilibrio ecológico y nos instan a reorientar la mirada. Las obras tendentes a disgregarse en el medio natural, o a confundirse con él, expresan una preocupación por los ecosistemas y por la pertenencia a ellos de todo cuanto hacemos. Experiencias directamente construidas o soñadas con el cuerpo, en la tierra y con ella, articulan una verdad material que es contraria a las nociones convencionales de posteridad o patrimonio cultural. Al desarrollo de obras efímeras, al trazado de gestos que desaparecen en el paisaje, se une la producción de esculturas antimonumentales realizadas con arena, sustrato o paja. Algunas de las obras que poseen un carácter histórico se han producido para esta exposición con materiales locales, poco tiempo antes de su apertura. Se trata de piezas que fueron concebidas en momentos y contextos muy distintos y que expresan una misma sensación de urgencia y frescura, aquí y ahora. A través de prácticas que entrelazan conocimiento y ritual se alumbran encuentros de la botánica, la biología y la espiritualidad.

