Sala 209

La exposición dedica un espacio significativo a los innumerables modos del trabajo con el suelo en sus diversos estados y composiciones: barro, arena, serrín, maleza..., así como mezclas experimentales e incluso espurias en que se combinan elementos naturales y residuos del mundo industrial, procesos de descomposición o alteración de la escultura en contacto íntimo con la tierra. En todas ellas se abren paso dinámicas colaborativas, en que las decisiones provienen menos de una voluntad artística que de la interacción entre materiales, espacios y momentos. En ciertos casos, estos procesos de producción y búsqueda están profundamente ligados a nuestro paisaje y suceden muy cerca del Museo, por ejemplo la utilización de recursos como lodos y arcillas de los bosques de Bizkaia o de la ría del Nervión, o la colaboración con especies activadoras del ecosistema cercano. Tales usos resuenan con operaciones que las comunidades indígenas han llevado a cabo en todo el planeta. La práctica artística es, para ellas, la manera en que renuevan constantemente sus lazos afectivos y materiales con la tierra.
