" No sé por qué pero desde el momento en que vi este sitio supe que podría trabajar. A mí me influyen mucho los sitios… la atmósfera de una habitación […] Y supe desde el mismo momento en que vine aquí que sería capaz de trabajar”
Francis Bacon
Tras el fallecimiento de Francis Bacon en 1992, el estudio londinense que había ocupado durante más de treinta años en el número 7 de la calle Reece Mews, en South Kensington, permaneció intacto hasta 1998, fecha en la que tanto el heredero del artista, John Edwards, como su albacea, Brian Clarke, legaron todo su contenido a la Dublin City Gallery The Hugh Lane, ubicada en la ciudad natal del pintor. Allí, se abrió al público en 2001.
El estudio fue fielmente recreado en su nuevo emplazamiento y se conserva exactamente como estaba cuando Bacon murió, con cientos de fotografías, documentos, libros, utensilios y material de pintura, obras de Bacon y reproducciones de trabajos de otros artistas, como Picasso y Velázquez. En su taller, Bacon acumulaba los más dispares objetos y documentos, que se hallaban junto a prendas de vestir, como los calcetines que utilizaba como instrumento para pintar.
Todo ello se encontraba desperdigado, configurando lo que el artista llamaba “un caos ordenado”, expresión con la que no se refería solo a su estudio, sino también a su enfoque de la pintura. Bacon tuvo otros estudios a lo largo de su vida, pero en ninguno de ellos se sintió tan cómodo como en el de Reece Mews.
“Solo puedo pintar aquí, en mi estudio. He tenido otros muchos, pero llevo aquí casi treinta años y resulta ideal para mí. No puedo trabajar en sitios que estén demasiado ordenados. Me resulta más fácil pintar en un sitio como este, que está hecho un desastre. No sé por qué, pero me ayuda”
Francis Bacon