La Exposición Universal de París, inaugurada en 1900, fue el mayor escaparate internacional del diseño, el arte y la tecnología que se había organizado hasta la fecha. Celebrada en pleno apogeo de la Belle Époque francesa (1871–1914), proyectó la imagen de París como capital cultural mundial. El epicentro se situaba en el Palais de L’Electricité, una suntuosa central eléctrica de estilo modernista que abastecía de electricidad a todo el recinto ferial. Además de conferirle a París el sobrenombre de La Ville Lumière (Ciudad de la Luz), la iluminación eléctrica transformó por completo la vida nocturna de la ciudad: las tabernas de ambiente bohemio de los barrios de Montmartre y Montparnasse podían abrir hasta más tarde y los artistas podían trabajar de noche en sus estudios.
René Binet, puerta monumental de la Exposición Universal, París, 1900. © Léon et Lévy / Roger-Viollet