Del Clasicismo al Romanticismo

Sala 305

Esta sala ilustra la evolución del arte alemán y francés desde el Neoclasicismo tardío hasta el Romanticismo y los diferentes postulados cultivados por los artistas alemanes y los franceses: el tratamiento de los temas literarios y la exploración de los estados de ánimo extremos del Romanticismo francés contrastan con la observación tranquila de la naturaleza, la reflexión en torno a la mortalidad y la admiración del ideal clásico mediterráneo características de los autores alemanes.

Los pintores “nazarenos” Johann Friedrich Overbeck y Markus Theodor Rehbenitz (así denominados porque vestían como Jesús de Nazaret y lucían largas melenas) no aspiraban a seguir el ideal de la Roma clásica, sino el de los episodios bíblicos al estilo de Rafael, y deseaban vivir la espiritualidad en comunidad. Por ello, a partir de 1810, Overbeck y Rehbenitz se transladaron al monasterio de San Isidoro en Roma.

En el contexto del arte francés del siglo XIX, el pueblo de Barbizon está asociado al desarrollo de la pintura al aire libre. El término “Escuela de Barbizon” no se acuñó para referirse a un grupo o academia específicos, sino que se asocia a una serie de artistas que, a partir de 1820, comenzaron a visitar aquella localidad, situada en las cercanías del bosque de Fontainebleau. En la década de 1860 llegó a Barbizon una nueva generación de pintores —formada por los jóvenes impresionistas Pierre-Auguste Renoir, Claude Monet y Camille Pissarro— que creó su propio arte basado en la luz e inspirándose en la pintura al aire libre de la primera generación.

Eugène Delacroix, considerado el líder de la escuela romántica francesa, está bien representado en la colección de la Kunsthalle Bremen. Hacia 1800, sus homólogos germanos, entre los que se contaban Karl Gustav Carus, Johan Christian Clausen Dahl, Caspar David Friedrich y Friedrich Nerly, desarrollaron una fascinante interrelación entre la pintura paisajística y la ciencia. La ciencia, el arte y la estética estaban íntimamente vinculados, como demuestran los escritos de Johann Wolfgang von Goethe sobre geología y las Cartas y anotaciones sobre la pintura de paisaje del erudito Carus. Friedrich confiaba en que la pintura de paisaje, que podía transmitir el mensaje sin necesidad de explicación, sustituyera a la pintura histórica religiosa. Utilizó la perspectiva simbólica del primer plano y el fondo para representar las nociones de proximidad tangible y distancia invisible.