Los inicios: Múnich

Sala 305–306

La infancia de Vasily Kandinsky transcurrió en su ciudad natal de Moscú y en Odessa (entonces, Rusia y, ahora, Ucrania), donde su familia le inculcó el gusto por el arte y la música. Estudió Derecho y Economía antes de cambiar de rumbo en 1895 y convertirse en director del taller de artes gráficas moscovita Kushnerev. Un año después, alentado tras haber contemplado una exposición de Impresionismo francés y una ópera de Wagner, decide instalarse en Múnich para dedicarse al arte. Sus recuerdos de Rusia, como la alegre decoración del mobiliario y las imágenes devocionales de los hogares campesinos, el historicismo romántico, la poesía lírica, el folclore y la fantasía, conforman sus primeras obras.

Kandinsky y su compañera, la artista alemana Gabriele Münter, viajaron intensamente por Europa y el norte de África entre 1904 y 1907, antes de establecerse de nuevo en Múnich en 1908. Elementos compositivos propios del grabado, como las formas claramente delineadas y la perspectiva aplanada, impregnan los coloridos paisajes bávaros que creó entre 1908 y 1909. Estas pinturas difieren notablemente de sus ejercicios previos de índole neoimpresionista, en los que construía sus obras mediante pequeños toques de color.

Mientras se encuentra en Múnich, Kandinsky lidera los grupos vanguardistas más importantes de la ciudad, como La falange (Phalanx) y la Nueva asociación de artistas de Múnich (Neue Künstlervereinigung München), y publica diversos tratados fundamentales, como De lo espiritual en el arte (Über das Geistige in der Kunst). En 1911 Kandinsky y Franz Marc fundan El jinete azul (Der Blaue Reiter), sociedad heterogénea de artistas interesados en el potencial expresivo del color y en la resonancia simbólica —a menudo espiritual— de la forma.

En 1913 los motivos recurrentes de Kandinsky —como el caballo y el jinete, las colinas onduladas, las torres y los árboles— han sido relegados por la línea y el color. A medida que los contornos caligráficos y las formas rítmicas revelan cada vez menos rastro de sus orígenes figurativos, Kandinsky comienza a avanzar en la abstracción y a formular lo que llamaría “el oculto poder de la paleta”.