Sala 302. Arte y conflicto
Esta sala reúne miradas que, recurriendo a distintos lenguajes y materiales artísticos, se adentran en la experiencia de la violencia y sus huellas, de lo visible a lo latente, de lo estructural a lo íntimo. En lugar de ofrecer respuestas unívocas, estas obras nos interpelan desde lo incómodo o lo ambiguo propiciando una observación pausada y atenta, imprescindible para reflexionar en torno a la complejidad de los acontecimientos que representan.
Doris Salcedo convierte objetos cotidianos en esculturas que guardan la memoria de vidas truncadas durante el conflicto armado en Colombia. Así, la artista materializa la pérdida y crea espacios de duelo y reflexión. Mona Hatoum transforma utensilios domésticos en objetos amenazantes, exponiendo cómo lo familiar puede tornarse peligroso y desvelando la vulnerabilidad oculta del hogar. En Hubo una guerra, Jenny Holzer recoge las palabras de personas civiles detenidas, torturadas o desplazadas como consecuencia de la dictadura de Bachar al Asad en Siria. Su sufrimiento se desliza en forma de texto iluminado a lo largo de la columna, instándonos a leer, sentir y no olvidar. Acrópolis ahora, la imponente valla de Kendell Geers, se inserta como un elemento disruptivo en las formas orgánicas y fluidas de la galería diseñada por Frank Gehry, restringiendo nuestra circulación en el espacio. Su título señalaría este tipo de alambradas como monumentos arquitectónicos por los que será recordada la civilización occidental en la posteridad. Por último, las demás obras presentes en la sala abordan distintos conflictos históricos que determinaron la vida de millones de personas: guerras, regímenes autoritarios e imposiciones ideológicas, que permean tanto en lo colectivo como en lo individual.
En un mundo que continúa profundamente marcado por enfrentamientos, guerras y desigualdades, el arte sigue siendo un espacio donde lo silenciado adquiere voz y lo que parece irrepresentable toma forma. Cada una de estas obras nos invita a mirar de frente la violencia sin estetizarla ni trivializarla, y a considerar el papel que el arte puede desempeñar en la construcción de memorias que, aunque puedan resultar incómodas, son necesarias.



