Hockney ha mantenido una larga relación de amor-odio con la cámara: en algunos períodos ha experimentado con ella intensamente; en otros, ha rechazado por completo su influencia.
En los setenta, recurrió al medio fotográfico como sujeto y observador. La familia y su círculo de amigos más cercano se convirtieron en temas recurrentes, tanto en sus obras fotográficas como en las realizadas en otros medios. Sus padres solían posar como modelos de retratos de estudio tradicionales y, a principios de los años ochenta, sus amigos aparecen en composiciones fotográficas realizadas a partir de múltiples instantáneas creadas con una cámara Polaroid.
Estos collages fotográficos, que recuerdan a la fragmentación cubista, están influidos por la obra de Pablo Picasso, a quien Hockney admira enormemente. Durante el período de creación de estas obras, trabajó de manera incansable; hizo más de 100 fotografías Polaroid y más de 200 collages fotográficos elaborados con imágenes tomadas con una Pentax 110 y una Nikon de 35 mm.
Las fotocopiadoras fueron otra herramienta que le permitió crear numerosas impresiones que enviaba por fax; con esta técnica, podía trabajar aislado del resto del mundo y a gran velocidad. El uso de estos aparatos abrió nuevos horizontes a su proceso artístico.
Durante un tiempo, se dedicó exhaustivamente a investigar el modo en que los antiguos maestros utilizaron lentes, espejos y otros artefactos ópticos, como la cámara lúcida, patentada en 1807. Quería experimentar por sí mismo cómo la cámara lúcida habría ayudado a los artistas del pasado; así pues, usó esta herramienta para concebir más de 280 retratos entre 1999 y 2000.
Recientemente, Hockney se ha valido de la tecnología digital (fotografía y vídeo) para la creación de paisajes de gran formato, compuestos por numerosos elementos, como se puede observar en la muestra. No utilizó fotografías como parte del proceso preparatorio previo a la ejecución de estas obras, sino que las usó para hacer un seguimiento de la elaboración de las pinturas: montando las imágenes digitales en el ordenador de su estudio podía ir comprobando el aspecto general de las obras.