Como parte del proyecto Didaktika, el Museo diseña espacios educativos y organiza actividades que complementan las exposiciones, proporcionando herramientas y recursos, tanto en las salas como online, para facilitar la apreciación y comprensión de las obras que se muestran.
¿Existieron artistas mujeres? Desde la década de 1970, historiadoras del arte como Linda Nochlin comenzaron a reflexionar en torno al porqué de la ausencia de grandes mujeres artistas en los libros de historia del arte.
Desde el siglo XVI, las pocas artistas que encontramos excepcionalmente en los libros provenían de círculos aristocráticos. Durante la época dorada de las academias, en los siglos XVIII y XIX, la producción artística realizada por mujeres quedó limitada a temas “menores” de la pintura.
Estas tenían prohibido el acceso al estudio de la anatomía masculina, lo cual les imposibilitaba trabajar la categoría superior, la pintura de historia. Además, a través de la nueva ideología burguesa, que posteriormente se extendió a otros estratos sociales, se empezaron a establecer como nuevos ideales el espacio doméstico y la maternidad.
El célebre diagrama de Alfred H. Barr Cubismo y arte abstracto (1936) excluye la producción de mujeres artistas en los movimientos fundacionales del arte moderno. Este esquema presentaba como único modelo el arte creado por hombres blancos heterosexuales y consumido por hombres heterosexuales.
Esta mentalidad, además de estar presente en las instituciones, se podía encontrar incluso en las escuelas de arte más modernas, como la Hans Hofmann School of Fine Arts. El propio Hofmann comentó acerca de un trabajo de Lee Krasner: “Es tan bueno que nadie pensaría que ha sido pintado por una mujer“.
Además de la diferenciación por género, otras artistas sufrieron discriminación por cuestión de raza. La estadounidense Ruth Asawa, de ascendencia japonesa, fue trasladada a un campo de internamiento en EE. UU. durante la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, consiguió estudiar en el progresista y experimental Black Mountain College y, tras ello, se caracterizó por la labor pedagógica artística y por el activismo que desarrolló en su carrera.
En la actualidad, historiadoras como Griselda Pollock siguen recalcando la necesidad de emplear nuevos criterios para el análisis de las obras de arte, como el enfoque de género y las particularidades del contexto político y social de cada artista y sus creaciones.